Su objetivo es espantar los fantasmas de la violencia machista y el acoso que han sufrido en su comunidad. Es así como cada golpe es seguido por un fuerte grito que se resuena en las laderas de la zona montañosa de Alta Verapaz.
Las niñas practican taekwondo, una disciplina coreana de artes marciales, con las faldas tradicionales de la etnia q’eqchi’. El entrenamiento parece una danza con abanicos gigantes que se abren al hacer la patada alta (chigo chagui), a lo que sigue un salto, un golpe al aire y un grito.
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Cada técnica es importante
Sus miradas cambian en cada movimiento, mientras su entrenador Dany Coy corrige cada golpe y cada detalle durante el entrenamiento, que se programa una vez o dos veces a la semana.
El taekwondo y las técnicas de autodefensa han cobrado una fuerza que cinco años antes, cuando en 2015 comenzó el proyecto, era inusual para las mujeres de Tipulcan.
Sin miedo
Ahora, las taekwondoinas bromean entre sí, sin miedo al acoso escolar o callejero ni a que las escuchen los hombres en español o en q’eqchi’, su idioma materno. Ellas hablan fuerte y corren mientras avanzan por los caminos de tierra de la aldea.
Según según su entrenador, quien practica taekwondo desde hace 27 años, las niñas eran calladas y tímidas cuando comenzaron a practicar el deporte y ahora asegura que ya no son las mismas.
“Antes me acosaban en la escuela. Los hombres decían que eran más poderosos que las mujeres y nos molestaban de diferentes formas todo el tiempo”, recuerda a la Agencia Efe Damaris Cucul, de 16 años. Es una de las estudiantes más destacadas del proyecto; quiere estudiar enfermería y ser maestra de taekwondo para las niñas más pequeñas de su comunidad y vencer la deserción escolar.
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Voluntad para enseñar
El entrenador Dany Coy vive en Cobán, la cabecera departamental que está a una hora de Tipulcan. Viaja todas las semanas para entrenar a las niñas que, desde los 8 hasta los 17 años, se inscriben a la disciplina. La aldea está a una hora de su casa y, por que la escasez de transporte público y las carreteras de terracería, los primeros años llegar al campo de entrenamiento era complicado.
Era habitual esperar durante horas a un lado de la carretera hasta encontrar quien fuera hacia la aldea y lo llevara, hasta que hace un par de años compró una motocicleta que hizo más fácil llegar.
Aunque Dany Coy dice que su voluntad para seguir con el proyecto es fuerte, la falta de equipo y de ayuda de la Federación Nacional de Taekwondo le dificulta organizar las clases.
“Trabajamos con el equipo mínimo y gratis para las niñas. Aunque es difícil, vale la pena ver el avance que logran en el deporte y en su vida”, explica, pues “donde sea que vayan las niñas en Guatemala encuentran machismo’.
El taekwondo ‘les da a las niñas una herramienta física y mental para defenderse”, asegura Dany Coy, que además es padre de dos niñas y de un joven a quienes también ha guiado en este arte marcial.
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Esfuerzo y resultados
Su alumna más destacada es Miriam Cucul Sam, de 17 años, que ganó este año el torneo nacional de taekwondo en Guatemala.
Sentada en una piedra grande, a la par de una sembradío de maíz, describe a Efe cómo la disciplina le ha ayudado a superar los obstáculos que hace cinco años parecían más tan grandes como la montaña.
“Ahora no le tengo miedo a los hombres. Pude seguir hacia mis metas, pues el taekwondo me enseñó el respeto a mi misma y ahora solo quiero seguir estudiando y tratar de ser grande en el deporte”, cuenta.
Las niñas entrenan durante el invierno (la época de lluvias) en el salón comunal de Tipulcan, cuando los líderes de la comunidad les prestan las llaves del lugar, mientras que en verano (la época seca) practican en un campo de fútbol en una hondonada en el medio de la aldea. Pero cuando no pueden utilizar el salón, el entrenamiento se traslada al lodo sin que las niñas se desmotiven.
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A otros sectores
El entrenador Dany Coy ha intentado llevar el taekwondo contra la violencia machista a aldeas cercanas, pero ha encontrado resistencia de los líderes comunitarios quienes no quieren que las mujeres se involucren en un deporte que consideran violento, algo que Coy considera como parte del machismo que aún prevalece en el país.
En Guatemala, los índices de violencia contra las mujeres, los femicidios y la falta de apoyo presupuestario para prevenirlo y atenderlo, persiste.
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Estadísticas
Solo este año, entre enero y septiembre, el Ministerio Público registró un promedio de 572 denuncias diarias de violencia contra la mujer, mientras que la oficina de ONU Mujeres en Guatemala denunció que desde agosto de 2018 a noviembre de 2019 fueron reportadas más de 2.520 alertas de mujeres desaparecidas.
Además, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses realizó 6.673 evaluaciones clínicas por delitos sexuales a niñas y mujeres en los primeros 10 meses del año y registró 594 mujeres fallecidas por causas asociadas a hechos criminales.
El entrenador Dany Coy sostiene que “todas las personas merecen una oportunidad de demostrar su valor y hacer lo que les gusta”. Pero quisiera contar con más apoyo ‘para enseñar a más mujeres a ser las próximas entrenadoras de su comunidad, que se cuiden y enseñen entre ellas y en su propio idioma materno, el q’eqchi’”. EFE