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Richard Aitkenhead: “En Guatemala se ha perdido la capacidad de diálogo”

"Si no llegamos a ciertos acuerdos básicos, lo que veremos será un sistema de compadrazgos, de clientelismo..."

El programa A Primera Hora invitó a Richard Aitkenhead, excomisionado presidencial para la ejecución del programa de gobierno de Óscar Berger (2004-2008), exministro de Finanzas entre 1991 y 1993 y exintegrante en la negociación de los Acuerdos de Paz firmados en 1996.

El exfuncionario analiza cómo superar los retos como país, luego de la convocatoria a elecciones por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE). ¿Cuál debería ser el camino que deben tomar los ciudadanos, los políticos y los empresarios? Según él, debe imperar el diálogo antes que el  interés particular.

Hay un miedo al cambio

A lo largo de los últimos 70 años hemos estado en condiciones en las que hemos tenido varias oportunidades de transformación. Hemos comenzado bien, pero en el camino comienzan a atrincherarse quienes ven afectados sus intereses.

Comienzan a jugar una lógica de doble o nada. Radicalizan sus posiciones y al final de cuentas todo recae en el enfrentamiento ideológico. Se polariza, se descalifica al enemigo y después la discusión del contenido de las reformas planteadas pasa a segundo plano. Se vuelve una pelea emocional.

En el gobierno de Jacobo Árbenz (1950) se enfrentó a la sociedad por una reforma agraria. Hoy, hablar de una política de desarrollo social es como regresar al conflicto de esa reforma agraria.

Igual paso con los Acuerdos de Paz. Guatemala fue ejemplo de desmovilización de los insurgentes. De la inclusión de quienes habían sido desplazados por el conflicto.

El centro: las reformas constitucionales

Con las reformas constitucionales, el tema de la interculturalidad, de los conceptos pluri-étnicos comienza a volver al extremo, cuando había 12 reformas que plantean los acuerdos, se dice que no son 12, que se necesitan 50 reformas, y se proponen cosas que no tienen nada que ver con los Acuerdos.

Después resulta que quienes estaban de acuerdo, comienzan a hacer campaña en contra de los Acuerdos de paz.

No se aprueban las reformas y se debilitan los acuerdos. El giro cambia hacia la discusión sobre un sector proveniente del Ejército, sintiéndose acosado por juicios. La guerrilla comienza a polarizar la situación, en un ambiente en donde ya había algún acuerdo, y se comienzan a separar.

Con mucha facilidad, en lugar de dialogar, lo que tendemos a hacer es empezar a polarizar. A descalificar al amigo, en lugar de una profundización de los temas que nos competen.

Eso lo estamos viendo en EE.UU. y sus relaciones, incluso con Europa

Las redes sociales son importantísimas para estar informados, pero tienden a polarizar la temática, porque la gente sigue a la gente que les gusta lo que dicen. Entonces se van dividiendo en bandos. La discusión de temas en las redes en lugar de buscar puntos de encuentro, es más sencillo poner puntos en contra.

En el caso de acuerdos entre demócratas y republicano, la política busca los acuerdos posibles. El problema es que si yo hago un acuerdo me veo débil ante el enemigo. Entonces la posición es que yo debo aplastar al enemigo. El arte de la victoria a cualquier costo. Se ha perdido la capacidad de acuerdos.

Por qué el trauma de lo que ocurrió en 1950 sigue presente en 2019

Fue un trauma muy profundo que luego se transmitió en la Constitución de 1965. Ahí se decide que el partido comunista no participe en política en el país. Eso hace que oficiales del Ejército inicien el movimiento insurgente en Guatemala.

Excluir puntos de vista en la mesa, lo único que hace es que esas fuerzas tengan que manifestarse de otra forma.

Lo que pasa en Guatemala es que ante el temor de que figuras contrarias pidan reformas contrarias a los intereses de algún sector, se prefiere no escucharla. Aún cuando se sepa que las condiciones actuales no son las correctas y que hacen falta cambios.

Reformas constitucionales, por ejemplo

En este caso, los ancianos ancestrales retiran la propuesta de cambios sobre la justicia indígena. En cualquier parte del mundo, un sector que retira eso y se traduce en reformas al sector justicia, es respetado.

Aquí se ve como debilidad y se elimina una parte de las reformas del sector justicia. En general privilegiamos la confrontación. Lo que debemos de empezar a empujar en los medios, es comunicación en partidos políticos, es como demostramos que somos capaces de lograr algunos acuerdos y como los implementamos. A partir de acuerdos, no por la imposición.

No se puede detener el tiempo, Guatemala se mueve a mucha velocidad, no puede seguir estancada en acuerdos de 1985. Si lo hacemos con reformas parciales vamos a seguir sin poder caminar.

Como llegar a buen puerto

Yo todavía no tengo una visión clara de cómo va a terminar en enfrentamiento actual. Hasta estos momentos siempre se había dicho que las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad (CC) se acataban. Ahora hay todo un sector que está tratando de interpretarlas en función de si son o no legales.

Si eso fuera así, hay que cambiar la Constitución. Si uno de los poderes recibe una indicación de la corte y no la cumple, casi que estamos viendo un rompimiento constitucional.

Moderación se lee como debilidad. Todo o nada… no permite diálogo

Ese es nuestro mayor desafío en este momento. El diálogo se ve como debilidad en lugar de verlo como responsabilidad.

En el ardor de la batalla no se está viendo que están cerca de precipicio y cualquier cosa puede pasar. Los ataques son mediáticos, descalificativos en redes sociales, en entrevistas, pero se sigue respetando la vida humana, y eso es importante.

La población está tan confundida. Se moviliza, pero ya no se moviliza como en 2015, porque la campaña de descalificación ha sido intensa que la gente ya no sabe a qué sale a manifestar.

Un error de cálculo podría llevarnos a un rompimiento constitucional. ¿Qué salida tiene el caso Nicaragua, por ejemplo? Ya no es el poder de las cortes. Es el poder del autoritarismo, de la fuerza, y eso podría traer muchas muertes.

¿Son las elecciones un camino para resolver los problemas o la posibilidad de tener sectores más polarizados?

Las elecciones no resuelven los temas de la crisis coyuntural que el país vive en estos momentos. Al margen del proceso electoral, debe resolverse el tema del acatamiento de las resoluciones de la CC. Al margen del proceso electoral debe resolverse esa negociación de la Cicig, su salida, su futuro…

El tema constitucional no lo puede resolver el proceso electoral. El tema de Cicig si podría ser parte del dialogo electoral en donde cada partido puede presentar su posición.

Hay otras acciones que tiene que hacer el gobierno en el último año de gestión. Hay cosas que deben resolverse al margen del proceso electoral. Pero si es un proceso para que la gente ratifique sus voluntades políticas de acuerdo a lo que cada partido proponga.

Qué pasa con la reforma a la ley electoral

¿Cómo va a funcionar el tema de la publicidad.. qué significa que medios muy importantes hayan decidido no participar en el proceso? Esa fuente no va a estar presente ahora. Ahora la lucha va a ser a partir de las noticias por la radio, por la televisión, la prensa… y las redes sociales.

A qué se les va a dar más difusión. A los medios, a los net center o a la difusión de las propias palabras de los candidatos. Ojalá no vayamos a ver que hablan menos los protagonistas y hablan más a quienes los apoyan. Porque vamos a tener a candidatos de oídas.

Esta va a ser una campaña de mucha descalificación. ¿Quiénes serán inscritos final…? No lo sabemos. En tres meses es imposible una campaña profunda con muchos candidatos.

Partidos, participación ciudadana… y apatía…

Después de 1985 hubo renacer del ciudadano de querer participar. Las cosas empezaron bien y había diferentes opiniones. Después de los primeros 10 años, hasta el 2000, había el deseo de participar y estábamos avanzando.

Sin embargo, nuevo intereses comenzaron a polarizar… llegamos a los acuerdos de paz. A partir del 2000 hubo confrontaciones durante la gestión del presidente Alfonso Portillo. El pacto fiscal era un gran acuerdo, pero el Ejecutivo decide que no va.

Después se comienza a trata de afianzar en el poder el partido de turno y la oposición comienza a bloquear. Llegamos al jueves negro, que partió la situación. El país demuestra que ha avanzado en épocas donde ha habido acuerdos. Pero cuando caemos en la polarización el país deja de hacer reformas.

Hubo cambios económico, en servicios públicos, políticos, que empezaron a hacer cambiar el país y retomar el desarrollo económico… pero cuando dejamos de hacer acuerdos, lo que vemos son carreteras muy destruidas, limitadas en relación con el desarrollo del país.

Cuando vemos reformas en educación y en salud, las reformas siguen siendo muy deficientes. Ahora se toman los conceptos de grupos sindicales y la autoridad pública, y no se logran acuerdos. Deberíamos trabajar por una mejor situación para los niños.

En la polarización se confunde a la persona con la institución

Hoy parece que la lucha contra la corrupción es una pelea en un ring de box, por un lado el comisionado Iván Velásquez y en el otro el presidente Jimmy Morales. Para unos, Morales está logrando la gran batalla por la soberanía y evitar que caigamos en pensamientos radicales de izquierda. Para otros, Velásquez está terminando con una cultura de privilegios.

Perdemos de vista que todas las instituciones han cometido errores, y si hay que modificar personas, las personas no deberían estar arriba de las instituciones. La discusión debería ser otra. Qué acuerdos debemos proceder hacia adelante en la lucha contra la corrupción y la impunidad.

Además deberíamos ver qué errores hemos cometido desde el punto de vista de la prisión preventiva, qué hemos aprendido del abuso del uso de los amparos. De la mano de colaborador eficaz, sobre la necesidad de jueces de sentirse libres de un fallo de conciencia y no de parte y contra parte.

Hay una serie de lecciones de cómo hemos aprendido a limpiar el estado

Tenemos que reconocer que este tercer mandato de Cicig fue un momento histórico para abrir al público los niveles de corrupción se había en el sector público. Aquí no hay calificación de 100 o cero. Es necesario profundizar en la democracia, pero es más fácil buscar las posiciones extremas.

Hay peligro de volver al 2015

Hay peligro. El peligro es que demos un cheque en blanco a la autoridad pública. La mejor muestra del peligro es … por ejemplo, todos se sentían muy cómodos con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que parecía estar respetando las formas. Pero cuando se vio afectado se fue al autoritarismo…

¿Podría Guatemala caer en una situación como la de Nicaragua o Venezuela?

La enfermedad tiene diferentes etapas de avance. Sí tenemos peligro de comenzar a avanzar en la ruta del debilitamiento del estado de Derecho, en un ambiente de autoritarismo y anarquía.

¿Hace falta completar procesos?

Hacer falta una reflexión profunda. Si no vamos a privilegiar acuerdos, después de casi 35 años de los esfuerzos de la Constitución de 1985, vamos a privilegiar el autoritarismo. Todo tipo de autoritarismo es malo, deberíamos trabajar en fortalecer la democracia.

Podría integrarse un ente colectivo que se convierta en la conciencia del país, que envíe mensajes al Congreso y al Ejecutivo, que les haga ver lo importante que es llegar a acuerdos. Si no llegamos a ciertos acuerdos básicos, lo que veremos será un sistema de compadrazgos, de clientelismo, en lugar de un sistema democrático que se vaya depurando.

Urge un ministro de la Presidencia, alguien que venga a ayudar. Muchos dicen que no, que esa es la tarea del Vicepresidente. Entonces que el Presidente sea el director, el ejecutor de las grandes políticas del Estado.

Necesitamos reformar el Ejecutivo, de cómo se compone… la justicia, de cómo se elige y como se apoya el sistema judicial.

Hay que fortalecer al Ministerio Público (MP), pero hacerlo responsable de aceptar su derrota. En casos en que no tenga las pruebas, dejarlo, y enfocarse en otro en el que haya pruebas.

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