Tras la tragedia de la erupción del Volcán de Fuego del pasado domingo, en cada sepelio que se ha llevado a cabo hasta el momento en San Juan Alotenango, Sacatepéquez, se ha observado a personas que ordenan, según la estatura, a grupos de seis a ocho hombres voluntarios en cada cuadra para cargar los féretros.
Mientras tanto, los familiares del fallecido llevan en sus manos retratos y flores, y los acompaña el dolor en cada paso que dan mientras se dirigen al cementerio. Sin embargo, al final de la extensa fila de personas que los acompaña, un grupo de jóvenes interpreta distintas melodías con sus voces e instrumentos.
Pero, ¿quién es este grupo que lleva el control casi milimétrico de cada entierro? Se trata del grupo organizado de cortejos fúnebres, el cual se conformó hace aproximadamente cuatro años, según lo narró Reginaldo Valle, uno de sus integrantes.
Valle explica que ellos organizan el sepelio únicamente si la familia así lo dispone. “Solo tenemos que esperar a que la familia esté de acuerdo, para nosotros poder obedecer. No queremos poner presión”, expresa.
Además, agrega que no reciben ningún pago por organizarlos, sino que lo hacen por colaborar con las familias. “Nosotros trabajamos en la agricultura. Esto lo hacemos por fe, no tenemos un sueldo”, indica.
Según los pobladores de San Juan Alotenango, los entierros en dicho municipio “son alegres y con música”. Valle también comenta que por esta razón varias personas de Escuintla que perdieron a sus familiares en la tragedia del Volcán de Fuego, han pedido que sus seres queridos sean enterrados en este lugar porque se vive un ambiente diferente del que se espera en un sepelio.