Cero victorias y una grave lesión. Chris Froome, baja para el Tour de Francia y condenado probablemente a una larga convalecencia, está viviendo un 2019 de pesadilla, sin éxitos deportivos y este problema físico que arruina su año.
Su último triunfo se remonta al 27 de mayo de 2018. El británico ganó ese día el Giro de Italia, por primera vez en su carrera.
Después de una gran remontada final, Froome conseguía llegar al final de la ronda italiana con la emblemática ‘maglia rosa’.
En el Tour de Francia de 2018 fue tercero, superado por su compañero y compatriota Geraint Thomas y por el holandés Tom Dumoulin. Fue una carrera difícil para él, complicada ya desde una caída en la primera etapa.
Este año, Froome había decidido volver a su programa habitual, con una larga concentración en las pendientes del Teide, en las islas Canarias, y luego el Dauphiné, como preparación para el Tour. Sin embargo, modificó al principio de la temporada el plan, participando en la Vuelta a Colombia, en la primera quincena de febrero.
¿Dificultades de aclimatación o de adaptación? El cuatro veces campeón del Tour apenas fue 91º entonces y también pasó sin hacer ruido por la Vuelta a Cataluña (94º).
En el Tour de los Alpes fue undécimo a finales de abril y decimotercero en la Vuelta a Yorkshire, antes de viajar a su refugio del Teide.
Desde el inicio del Dauphiné, el corredor inglés del equipo Ineos parecía aproximarse a su mejor nivel. Pero un entrenamiento de reconocimiento del trazado de la contrarreloj ha echado por tierra todos sus esfuerzos y ha confirmado que este año es para olvidar en su brillante carrera.