Sin una mano, pero con muchos deseos de superarse y hacer lo que le apasiona, Shaquem Griffin es el primer jugador de fútbol americano con esta “discapacidad” pero que no es un obstáculo para brillar en la NFL.
Conmovedora historia
Shaquem Griffin tenía 4 años cuando atormentado por un terrible dolor en su mano izquierda, fue hasta la cocina de su casa y tomó un cuchillo para acabar con aquel incesante padecimiento. Su madre, Tangie, alcanzo a detenerlo a tiempo y al día siguiente lo llevó al hospital.
El niño tenía síndrome de banda amniótica, un problema congénito que se produjo cuando su muñeca quedó amarrada por una fibra durante el embarazo. Lamentablemente, semanas después, le amputaron su mano izquierda.
Sin embargo, Shaquem, a diferencia de lo que se pudiera creer, nunca se sintió discapacitado y junto a su gemelo Shaquill, crecieron en el deporte que amaban: el fútbol americano.
Al volver al colegio, aún con vendas, la madre le prohibió practicar deporte para que la amputación sanara correctamente. Ese mismo día, Shaquem volvió manchado de sangre y un balón ovalado en la mano.
Su hermano Shaquill rechazaba las becas universitarias que no incluían a su hermano. Así, ambos llegaron a la Universidad de Central Florida, donde Shaquem pasó a ser de receptor a linebacker, una posición que se ajustaba a su “discapacidad”.
En octubre del 2016, previo a un duelo con Houston, Shaquem sufrió una mala caída y se lesionó la única mano que tiene, la derecha. Para evitar perderse el encuentro, se inventó una férula que pasara desapercibida para su entrenador y así poder jugar. Prácticamente, sin manos realizó 14 placajes, 3 sacks al quarterback rival y hasta interceptó un pase.
Shaquem deslumbró al levantar, en press banca, 20 veces la pesa de 120 kilos, usando una prótesis para ayudarse, cuando en promedio los profesionales lo logran en 15 oportunidades. Antes de realizar la prueba, esperaba hacerlo solo 6 veces. Así, su éxito en el Draft, sumado a su gran carrera universitaria, hacían que su paso a la NFL fuera sólo cuestión de tiempo.
“Esa fue la llamada que esperé toda mi vida”, exclamó el joven de 22 años tras el llamado de Pete Carroll, entrenador de los Seattle Seahawks y desde ese día su nuevo jefe.
“Será un factor importante en los equipos especiales. Vamos a intentar utilizarlo en momentos en los que pueda aprovechar su gran velocidad. Es tan rápido como puedes esperar de un linebacker”, dijo el técnico.
Shaquem cumplirá su sueño, uno inédito en la historia de esta disciplina, junto a su gemelo, quien llegó en la tercera ronda del año pasado como cornerback.