A pesar de algunos reveses, las vacunas nasales contra el covid-19 siguen siendo una pista válida para los científicos, que esperan hallar con ese método una protección más eficaz que con una inyección clásica.
Una vacuna de ese tipo, administrada mediante un aerosol o mediante gotas (como un suero fisiológico), tiene un interés teórico: al actuar directamente sobre las vías respiratorias, en particular las mucosas, impide más eficazmente la entrada en el cuerpo de la infección.
Las vacunas actuales son muy eficaces contra las formas graves de la enfermedad, pero no logran impedir los contagios simples.
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— Emisoras Unidas (@EmisorasUnidas) October 17, 2022
En algunos países esas vacunas nasales se están convirtiendo en una realidad. Dos de ellas acaban de ser aprobadas, respectivamente en China e India. Pero esas autorizaciones fueron otorgadas sin que los ensayos públicos hayan demostrado una mayor eficacia de esas vacunas contra el contagio.
Recientemente, en el Reino Unido, investigadores de la universidad de Oxford que exploraban la posibilidad de administrar por vía nasal la vacuna de AstraZeneca anunciaron a principios de octubre el fracaso de un primer ensayo clínico.
Los resultados, publicados en la revista eBioMedicine, mostraron que la treintena de personas que recibieron la vacuna vía nasal desarrollaron una respuesta inmunitaria inferior a los que utilizaron una vacuna clásica, mediante inyección.
Los científicos sin embargo insisten en que la pista merece ser explorada.
Vacunas vivas atenuadas
“No hay que desalentarse” por esos resultados, asegura el virólogo Connor Bamford, de la universidad Queen’s de Belfast. Aunque los resultados iniciales sean malos, destaca este experto, representan la base a partir de la cual se puede avanzar, una vez comprobado lo que no funcionó.
Las vacunas nasales que ya están en circulación -contra la gripe o la poliomelitis- son “vivas”, recuerda este experto, es decir, utilizan una versión atenuada del virus para estimular el sistema inmunitario.
En cambio, la vacuna de AstraZeneca – desarrollada con la universidad de Oxford – funciona mediante un “vector viral”, es decir, un virus inofensivo y distinto del coronavirus que transporta una parte de su ARN.
https://desarrollo2.emisorasunidas.com2022/09/20/edwin-asturias-vacunacion-covid-19-guatemala/
Falta de financiamiento
Los investigadores de Oxford evocan otra hipótesis del fracaso de su fármaco: su spray no llega a penetrar de manera suficiente dentro del cuerpo, y mejoraría enormemente su eficacia si llegara a los pulmones.
“Es posible que esa vacuna nasal sea simplemente engullida y destruida en el estómago, lo que podría evitarse si alcanzara directamente los pulmones”, explicó mediante un comunicado el investigador Sandy Douglas, que dirigió los ensayos.
Hay una señal de buen augurio: no se han detectado síntomas secundarios graves, ya sea durante ese ensayo o tras las pruebas con las vacunas nasales china e india.
Los promotores de esas vacunas nasales no solamente se topan con desafíos científicos. En muchos países, particularmente los desarrollados, los lotes de vacunas no utilizadas se están acumulando.
Es por ello que el proyecto de la empresa biotecnológica francesa TheraVectys, en alianza con el Instituto Pasteur, lanzado en 2020, no pasó de un ensayo sobre animales.
“No suscitamos el interés de los organismos públicos, ni de las grandes farmacéuticas, para iniciar la fase de ensayos clínicos con humanos”, explicó a la AFP Pierre Charneau, director científico.
El interés de las vacunas nasales es más bien interrumpir los contagios masivos, explica Martin Moore, responsable científico de la empresa biotecnológica estadounidense Meissa.
“La única manera de controlar este virus es rompiendo su cadena de transmisión (…). Con una vacuna nasal lo podemos lograr”, explicó a la AFP.