Un hombre blanco mató a ocho personas en Atlanta el martes, incluidas seis mujeres de ascendencia asiática. Jura que no lo motivó el racismo sino una “obsesión sexual”.
Desde entonces, Estados Unidos se ha desgarrado por la calificación de los hechos.
Al informar que el sospechoso, Robert Aaron Long, quería eliminar “la tentación” que, según él, representaban los salones de masajes donde trabajaban las mujeres, la policía ofendió a más de uno.
“Estas declaraciones se refieren a la percepción de las mujeres asiáticas como objetos sexuales”, dijo Catherine Ceniza Choy, profesora de estudios étnicos en la Universidad de California en Berkeley. “Y eso duele”.
Expresiones como “la dama dragón” o “la flor de loto”, y personajes como “la prostituta con un corazón de oro”, heroína del libro y la película “El mundo de Suzie Wong”, muestran las ideas preconcebidas hacia las mujeres asiático-estadounidenses, señaló a la AFP.
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Esos estereotipos se refieren específicamente al origen, pero también son sexistas y sexuales, y aluden en especial “a las fantasías de los hombres blancos”, dijo.
Para ella, como para muchos otros, el baño de sangre en Atlanta se debe, por tanto, a una mezcla de racismo, sexismo, clase social, problema de las armas en Estados Unidos y enfermedad mental. En resumen, es “interseccional”.
Discriminación superpuesta
El término “interseccionalidad” fue acuñado en 1989 por Kimberle Crenshaw, una profesora de derecho afroestadounidense, para enfatizar que la discriminación puede superponerse. El concepto fue paulatinamente abandonando los círculos académicos y, en los ámbitos activistas, alude a lo que algunos denominan “la convergencia de luchas”.
Desde el martes, se ha vuelto a poner en primer plano.
“El ataque mortal en Atlanta subraya una verdad terrible: las mujeres con demasiada frecuencia soportan la peor parte de la ira de los hombres”, tuiteó la asociación antirracista ADL, al publicar el artículo: “Cuando las mujeres son el enemigo: en la intersección de la misoginia y la supremacía blanca”.
Los críticos de la interseccionalidad se han quejado de que crea una jerarquía de la victimización.
Pero su impacto parece ser significativo: según un informe de la ONG Stop AAPI Hate sobre incidentes de racismo y discriminación contra asiático-estadounidenses el año pasado, las mujeres denunciaron 2,3 veces más incidentes de odio que los hombres.
El atacante “podría haber atacado clubes de striptease, tiendas de videos pornográficos o sex shops”, dijo la columnista del Washington Post Monica Hesse.
“Pero no lo hizo”. En cambio, señaló, “eligió empresas cuyos empleados son mujeres, pero no solo: también son de origen asiático, mal pagadas y en una profesión fetichizada”.
“Dados los estereotipos sexuales asociados con las mujeres asiáticas en este país (…) es muy difícil descartar la cuestión racial”, apuntó Kimmy Yam, reportera de NBC News.
Tiroteos en Atlanta: un “crimen de odio” –
La policía, por el momento, no ha excluido ningún motivo. “Todo está sobre la mesa”, según uno de sus portavoces.
Hasta ahora, Long, de 21 años, que ha sido acusado de asesinato y agresión, no está siendo procesado por un “crimen de odio”.
En Estados Unidos, este cargo abarca los motivos vinculados al origen, etnia, sexo, orientación sexual o religión de la víctima y permite dictar sentencias más severas. El estado de Georgia acaba de incluirlo en su arsenal penal.
Pero demostrar que el autor de un delito fue motivado por “odio”, ya sea racista, misógino, homofóbico o antisemita, no es fácil y las condenas por “crímenes de odio” no son muy frecuentes.
Bella Wang, una fotógrafa estadounidense de origen asiático, no quiere prejuzgar las razones detrás de la masacre de Atlanta, pero le molesta el peso que se le da a los argumentos de Long.
Siente que su comunidad, que ha denunciado un aumento de la hostilidad en su contra desde el inicio de la pandemia del coronavirus, reportado por primera vez en China, no es tomada en serio.
Es “como si la sensación de peligro que sentimos no fuera válida”, dijo. “Obviamente es un problema”.
Sin embargo, se siente reconfortada por las fuertes reacciones de otros miembros de esta minoría, ya sea en el Congreso, en la calle o en las redes sociales.
“Siempre nos guardábamos todo”, dijo. “Nos enseñaron a no decir nada y no generar olas, asegurarnos de no llamar la atención y ser siempre buenos. Así que es interesante”.
Con información de AFP