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El führer de los analgésicos y psicotrópicos: La extraña adicción de Hitler (parte 1)

Para iniciar esta nota vamos a hablar de un personaje desconocido para nosotros pero muy “apreciado” por Hitler, uno de los hombres más temidos de la historia.

Theodor (Theo) Gilbert Morell fue médico personal de Adolf Hitler desde 1936 hasta su suicidio en 1945. Morell era bien conocido en Alemania por sus exóticos tratamientos alternativos holísticos y poco convencionales.

Aunque Morell tenía formación médica y una licencia de practicante en Alemania mucho antes de conocer a Hitler, después del fin de la Segunda Guerra Mundial se dieron numerosas investigaciones en torno a su práctica médica, siendo interrogado por los Aliados. Los historiadores han especulado que los tratamientos prescritos por Morell contribuyeron a la precaria salud de Hitler a partir de 1944. Médicos ahora afirman que sus procedimientos eran propios de un veterinario.

Antes de iniciar la segunda guerra mundial el Dr. Morell  era médico de muchos alemanes de clase media, lo visitaban sobre todo porque permitía realizar consultas y pagar a plazos. Alemania estaba hundida en una fuerte depresión económica resultado de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo su aspecto más judío que alemán le obligó alistarse en las filas del Partido Nazi, en ese momento empieza a tomar notoriedad entre los más adinerados de la República Federal y contactos muy cercanos al führer.

Cuando se conocieron en una cena social en 1936, el médico le recetó a Hitler una inyección de alguna droga que, a día de hoy, desconocemos. El Führer se sintió inmediatamente eufórico y entendió que Morell era un doctor muy eficaz. No sabemos lo que había en aquella primera inyección de 1936. Solo sabemos que a Hitler le encantó la sensación que le provocó aquella sustancia y empezó a pedirla continuamente. Probablemente fuese glucosa. Algo bastante eficaz si es inyectado directamente en vena.

De esta manera poco a poco se fue ganando la confianza de Adolf. Su deseo de pertenecer al círculo selecto del líder nazi fue tanto que él mismo pagó su traje militar como aparece en las fotos sin serlo, esto enfureció a los asesores de Hitler pero nadie se atrevía a decir nada porque era considerado de los favoritos del Führer.

Una de las favoritas en inyectarse Adolf Hitler era Mutaflor (que incluía las heces de campesinos búlgaros) para sus problemas estomacales y convirtió a Morrell en uno de los pocos miembros de su círculo íntimo, siempre presente, como puede apreciarse en innumerables fotografías y vídeos.

Morell creía que los problemas de flatulencia de su poderoso paciente se debían a su dieta vegetariana. Apenas llegado, observó un día como Hitler comía exclusivamente verduras en diversos platos y vio cómo este se tenía que levantar terminada la comida para ir al baño y soltar lastre en forma de gas.

Hitler también tenía insomnio, y Morell le recetaba sedativos. Pero luego por la mañana sufría mareos y falta de energía, probablemente debido a sus malos hábitos a la hora de dormir. Morell entonces le inyectaba una solución que él llamaba “Vitamultin”, cuyos ingredientes mantenía en secreto, al menos hasta que un médico Vitamultinde las SS pudo hacerse con uno de los sobrecitos donde guardaba los polvos y lo llevó a un laboratorio.

Hacia finales de la guerra, Hitler recibía hasta nueve dosis diarias. Otra de las drogas actualmente reguladas debido a su alta adicción y que Morell daba al führer era cocaína. Es verdad que en aquel entonces se acostumbraba a utilizarla en muy bajas concentraciones en los colirios para los ojos, no más de un 1%, pero Morrell se las daba a su paciente en soluciones de hasta el 10%. No es de extrañar que con tanta droga Hitler actuara de manera psicótica.

Hoy en día sabemos que el principal componente de esta receta mágica era la metanfetamina.

Morell comenzó a inyectarle Testoviron mezclado con un extracto de las glándulas prostáticas de toros jóvenes. No sabemos si la pobre Eva Braun llegó a beneficiarse, pero los tratamientos continuaron e incluso se incrementaron con el tiempo.

Testoviron, que no era otra cosa que un extracto de semen de toro.

Otro de los favoritos del Fhürer era la Coramina, un psicoestimulante que hoy, por cierto, está entre las sustancias prohibidas por los organismos antidoping.(por ejemplo, la velocista americana Torri Edwards fue condenada a dos años de alejamiento de la competición cuando se demostró que había ingerido Coramina).

La efedrina se absorbe en forma rápida luego de su administración oral, intramuscular o subcutánea. Se metaboliza en el hígado y se elimina por vía renal. En su forma parenteral está indicada para contrarrestar los efectos hipotensores de la anestesia raquídea o de otros tipos de anestesia por conducción no tópica y la hipotensión aguda. Por vía oral, para rinitis vasomotora, sinusitis aguda, fiebre del heno, congestión sinusal. Como estimulante del SNC, en el tratamiento de la narcolepsia y estados depresivos. Finalmente, como coadyuvante en la terapéutica de la urticaria.

La dosis mínima activa en adultos ronda los 15 mg (oral). El rango usual de dosis terapéutica es de 25 a 50 mg. La misma puede repetirse a intervalos de tres a cuatro horas de ser necesario. La dosis diaria total no debería superar los 150 mg. por día.

! En fin !

La receta es larga por lo que mañana seguiré con estas raras y muy extrañas formas de mantener la salud de Hitler.

 

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