La revolución es de las hijas. Son ellas las que ocupan las calles. Opinan de política, tienen ideas claras. Hablan de eso en sus casas, en el colegio, en sus juntadas. No le temen a lo disruptivo. Forman parte. “Las Increíbles Hulk de Argentina”, como las llama Luciana Peker, se hicieron dueñas de la historia y lo saben. Hoy le hacen frente a la lucha por la legalización del aborto con la misma determinación de quienes las juzgan y las quieren jugando en las casas, sin posiciones.
Valentina tiene 12 años y decidió, junto con otra amiga, escribir una serie de pensamientos que se dispararon en una clase en la que se debatía el aborto, pensamientos relacionados con los roles de género y los estereotipos: “La profesora abrió el debate y se me vino a la mente toda la historia del feminismo. Empecé a recordar esas cosas y las escribí, mi amiga se sumó y me ayudó. Antes las mujeres no tenían trabajo, cuidaban a los chicos, cocinaban, lavaban la ropa. Pero todavía hay cosas de hace miles de años que siguen siendo solo para hombres y no para mujeres”.
Es por eso que Valentina se plantea, por escrito, muchos por qués. Por qués que van a tener respuesta tarde o temprano y ella lo sabe: “Son estereotipos desde el principio de los tiempos. Los hombres elegían unas cosas y las mujeres otras. Si la mujer se depilaba, se tenían que depilar todas. Y si los hombres no se podían depilar, nadie debería hacerlo. Lo mismo con el color rosa. Pero eso no significa que sea un signo representativo de ellos“, sostiene. “Y la realidad es que si un hombre se quiere dejar, que lo dejen. Dejar que la mujer haga cosas ‘de hombres’ y que los hombres también puedan hacer cosas, que es parte del feminismo… Que tengan la libertad de hacer lo que quieren“.
Sin embargo, no todos los de su edad piensan igual. Su forma de pensar, tan fuerte y determinada, le causó ciertas discusiones con sus compañeros: “Una vez me peleé con un compañero porque me empezó a decir que estaba bien que las mujeres se sigan quedando a lavar los platos porque es lo que hacen ellas. Y yo le pregunté: ‘¿Vos crees que un hombre no puede lavar los platos?’. Y la señorita tuvo que intervenir”, cuenta. “La realidad es que la mayoría reacciona bien, pero hay algunos, mayoría hombres, que están medio-medio, que opinan otra cosa y que lo único que quieren es pelear”.
Son las mismas profesoras del colegio Girasoles Escuela Activa las que suelen generar estos tópicos en los más chicos. Instan a que piensen más allá de lo que la materia particular les pide: “Mi seño de matemática se suma. El otro día nos dio una charla sobre lo de la carta, porque los chicos se estaban peleando. Y también sobre el aborto porque está a favor, va a las marchas del feminismo… Con las otras profesoras no hablamos mucho, pero sí nos dicen que la mujer puede hacer muchas cosas”, cuenta. Y en particular recuerda con mucho cariño una actividad con una profesora de música, que le abrió la cabeza: “Nos pidió traer una biografía de una mujer cantante que haya sido exitosa hace muchos años. Nos pidió que busquemos y después nos preguntó por qué creíamos que había más hombres que mujeres. Y sí, es porque antes a la mujer se la dejaba entrar a pocos trabajos, porque se creía que ese no era su lugar. En cambio, los hombres tenían más variedad y si una mujer hacía algún trabajo de los hombres no se la admiraba, no se la reconocía”, dice, con seguridad. “Antes no había tantas porque se tenían que quedar en la casa”.
Valentina no se queda en su casa. Le pide a su mamá que la deje ir con amigas a las marcha a favor de la legalización del aborto. Y lo hace. Quiere manifestar lo que piensa no solo con palabras, sino con actos. Movilizándose, acompañada. Detrás de Valentina hay otras pre-adolescentes que saben que son el motor de lucha. Detrás de Valentina hay una mamá orgullosa: “Lo que soy lo saqué de ella, ella también publicaba ese estilo de cosas… Pero también empezó desde el colegio”.
Así, Valentina empezó a entender sobre el feminismo leyendo y aprendiendo Historia. “El colegio me enseñó con la historia, pero con la historia de las mujeres… Lo que más aprendí fue con Eva Perón, que no es solo la mujer de Perón, es una de las mujeres que empezó esta lucha sobre el feminismo e influyó a todo el mundo. Diría que lean su historia y que investiguen sobre todo esto, así pueden saber más”, cuenta. Y reconoce que parte de la historia es ahondar en la vida de las mujeres que nos precedieron: “También que le pregunten a sus madres, las que vivieron en un tiempo diferente, sobre los estereotipos. Todo se aprende. Se aprende con la historia”. Sin saberlo, hoy es Valentina la que está tejiendo la historia. Una historia que leerán esas otras, las que nos siguen.