La pesadilla se define como un sueño disfuncional, es decir, una alteración que se suscita en nuestro inconsciente. La razón de ser de estas pesadillas, para algunos son la correspondencia de que hay ciertos problemas a los que normalmente no solemos hacer frente. Para otros, en cambio, no tienen ningún significado. Se dice que las pesadillas son útiles porque hacen reaccionar a las personas para que tomen las riendas de su vida y se empiecen a cuestionar sobre los asuntos que tienen que abordar de inmediato.
En otras palabras, las pesadillas, al menos en adultos, no parecen ser más que sueños que reflejan angustias suscitadas por el estrés o por las preocupaciones que todos podemos tener en nuestro día a día.
Son varias las posibles causas por las que se pueden tener pesadillas. Estas son algunas de las razones más comunes:
- Ver una película de miedo, esas noches en las que cerramos los ojos porque hemos visto alguna película terrorífica. Este mismo temor es el que sufren los amantes de los libros. Leer algún buen clásico en mitad de la noche como por ejemplo: Drácula, de Bram Stoker, nos puede causar más de un espanto. Y esto también sucede cuando pasamos algún tiempo con algún videojuego. En nuestros sueños nos creemos el o la protagonista de la aventura y nos creemos listos para escalar muros o saltar de edificio en edificio.
- Fiebre. La temperatura corporal elevada por alguna enfermedad (por ejemplo un resfriado o una gripe) puede favorecer que nuestros sueños sean más agitados o confusos de lo normal o incluso que se conviertan en pesadillas. Es un fenómeno habitual.
- El estrés, la ansiedad y la depresión son factores que nos pueden jugar malas pasadas. Estar pensando en cosas como la organización de algún evento o estar pasando por algún conflicto familiar son causas por las que pegar ojo por la noche y dormir como un bebé es un tanto engorroso.