Muchas veces descuidamos las zonas erógenas, o creemos que se reducen al cuello y cerca de “esas áreas” pero tienes que saber que hay muchos más lugares que seguramente ni sabías que podías jugar con tu pareja para hacer del sexo algo mucho más sensorial ¡Pilas pues!
El pelo y la cara
De las partes con más frecuencia olvidadas y que más sensaciones pueden aportar. Nada más eficaz para subir la temperatura que pasar los dedos por el cuero cabelludo de un hombre o acariciar con los labios la cara de ella.
La espalda
Y es que no es por nada que el masaje siempre se asocia a uno de los precedentes al sexo. Tómate tu tiempo para explorar su espalda y empieza desde los hombros para luego ir bajando. Lo importante es no cortarse un pelo y no limitarse sólo a actuar con las manos.
Las rodillas y la parte posterior de estas
Seguro que ni te habías parado a pensar que esta zona merecía tu atención, sin embargo besarla o acariciarla con tus labios es una apuesta segura antes de seguir subiendo hasta las caderas.
Los dedos y las manos
Otros de los grandes olvidados, y que sin embargo pueden dar mucho juego. Ya sea acariciándolos, entrelazándolos con los tuyos ¡o dirigiéndolos allí hacia donde te interese!
Pies
Muchas veces olvidados durante los preliminares del sexo, los pies pueden convertirse en el preámbulo perfecto si saben descubrirse y estimularse sus puntos erógenos, aquellos de “alto voltaje” en los que una simple presión, roce o caricia provoca una mezcla de relax, desinhibición y deseo de “algo más”.
Después de un día duro de trabajo en el que los pies han aguantado una larga jornada, nada mejor que un relajante baño y un buen masaje que alivie tensiones. Una agradable fórmula para despertar vuestro deseo a través de ellos es acariciarlos con ayuda de un aceite esencial que permita a las manos deslizarse suavemente recorriendo todas las zonas: empeine, talones, tobillos y por supuesto la planta, donde se esconden algunas de esas terminaciones conectadas directamente no sólo con los órganos genitales sino también con el cerebro, que será el que reciba esas sensaciones tan agradables y estimulantes.