En las inmediaciones del centro de detención de Holot, en el sur de Israel, los migrantes africanos amenazados con la expulsión son categóricos: antes acabar entre rejas que ser enviados a un país desconocido.
Israel se prepara para expulsar a miles de eritreos y sudaneses que entraron en el país ilegalmente y que no tienen solicitud de asilo en tramitación.
Les dieron a elegir entre marcharse antes del 1 de abril -ya sea a su país de origen o a un tercer país- o ir a la cárcel de forma indefinida.