La susceptibilidad es una característica de la personalidad que hace que, quien la padece, sea muy sensible a las acciones y comentarios de quienes les rodean. Normalmente estas personas tienen mucho miedo al rechazo, a las burlas y suelen reaccionar de manera agresiva o vengativa contra las personas que no las tratan como ellas quisieran. Carecen de sentido del humor y de tolerancia a las bromas o las críticas.
El mayor problema es que suelen ver ataques de los demás que realmente sólo están en su imaginación. Su manera de pensar es retorcida, siempre están a la defensiva y buscando cualquier mínima pista que les indique que alguien está intentando hacerles daño. Analizan cada mirada, cada palabra y cada gesto de la gente que está a su alrededor buscando segundas intenciones y saltan ante la menor provocación, ya sea real o imaginada.
Esto les trae graves complicaciones, tanto en su salud mental, ya que suelen tener altísimos niveles de ansiedad, como en sus relaciones interpersonales, familiares, sentimental y laboral.
En otras palabras, es una actitud de inseguridad propia que se manifiesta a través de la sospecha constante hacia los demás, distorsionando la realidad con sus prejuicios. Cuando aparece la susceptibilidad, la persona pierde el manejo de la situación y se convierte en muy insegura. Al mismo tiempo, el susceptible sufre de baja autoestima, cierto complejo de inferioridad y una agresividad encubierta. El perfil de este tipo de personas hace que sus esquemas mentales interpreten los datos que reciben de los demás de forma distorsionada, quedándose fuera de control.
Normalmente, el inseguro valora en exceso el bienestar económico y el prestigio, porque asocian la seguridad material a la seguridad personal. En el momento en que no los toman en cuenta, se sienten incómodos y no saben reírse de sí mismos. Por lo general, son rígidos y serios, por lo mismo suelen tener relaciones poco duraderas. Este sentimiento tiene su raíz en un egocentrismo relacional. Existen egocentrismos de supervivencia, de poder o de superioridad.
Cómo evitar la susceptibilidad:
* Hablar en serio, sin bromas que den lugar a segundas interpretaciones. Muchas veces, la broma es la fórmula preferida de muchas personas para relacionarse con sus semejantes. En medio de risas y mofas, conversan, dejando caer sus apreciaciones personales. Es evidente que si uno de ellos tiende a la susceptibilidad, verá en las bromas un motivo para desarrollar esa perniciosa sensibilidad, entrando en un camino peligroso.
* No ver segundas intenciones en todo lo que hacen o dicen los demás. Confiar en las palabras tal y como son pronunciadas. Este ejercicio es muy útil si se hace al pie de la letra; es decir, escuchando y no suponiendo nada más de lo que se oye. Con la práctica, oír y entender lo que se oye, sin más dobleces, puede conseguir del susceptible una persona más saludable.
* Fortalecer la seguridad personal a través del reconocimiento concreto. El susceptible acostumbra a no sentirse seguro de cómo es ni de lo que siente. Su mundo es un espejismo creado por él mismo, por lo cual necesita de una visión clara y diáfana de su realidad. Para superar esta inseguridad es necesario conocer cuáles son las virtudes propias y las carencias a mejorar. Para lograrlo, es muy útil solicitar ayuda a una persona confiable que le pueda ofrecer una visión exacta de su personalidad. La participación externa deberá ser de alguien de su círculo de amistades o de un profesional, pero en cualquier caso deberá ser una persona estable y con manifiestas capacidades de equilibrio psicológico.
* En las etapas de la vida de inseguridad, como la adolescencia, aparecen transitorias actitudes de susceptibilidad. Pese a ser pasajera, en estas etapas necesita de apoyo y referencias estables. Es saludable quitar importancia a las actitudes susceptibles de los adolescentes y no dejarse llevar por ellas. A veces, los padres responden directamente y enérgicamente a actitudes que, observadas desde la óptica de las etapas de inseguridad, tan solo son situaciones pasajeras a las que no se deberá dar una excesiva importancia y optar por un apoyo genérico.
* Una excesiva protección en la infancia puede crear personas susceptibles. La inseguridad que genera una excesiva protección puede generar una forma de comportamiento susceptible. Es conveniente educar con tiento para no caer en un proteccionismo exacerbado. Una persona que desde niño crece conociendo sus límites, virtudes y defectos, será un adulto sano psicológicamente.
* Cada uno de nosotros conversamos con los demás a través de nuestro propio ruido interno. Habitualmente hablamos ordenando nuestras propias luchas y conversaciones personales। Es decir, es posible que el susceptible oiga algo que crea que le atañe y que en realidad no es más que conversaciones internas de su interlocutor. Muchas veces, las personas conversan con nosotros respondiéndose a sí mismas, mientras nosotros creemos que con lo que nos dicen nos están aludiendo directamente. Aprender esta realidad en toda su extensión puede ser una gran liberación para el susceptible.
Fuente. http://www.miautoestima.com/que-es-susceptible/
http://vivirparavivir.blogspot.com/2009/09/la-susceptibilidad.html