El gigante tecnológico Microsoft no solo lidera la investigación en inteligencia artificial, una revolución invisible capaz de transformar tanto a la sociedad como a las personas, sino que tiene un papel destacado en los esfuerzos para impedir que sea mal utilizada.
Desde grandes problemas de la Humanidad, como la insuficiencia de alimentos o las epidemias, hasta contratiempos o limitaciones en la vida de una persona pueden tener solución aunando la inteligencia de humanos y de máquinas que aprenden de manera automática (machine learning).
Las posibilidades que se abren con la Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés) son inmensas, pero también son grandes las inquietudes que suscita en el plano ético.
A fines de octubre se reunirá por primera vez una sociedad creada hace año y medio para velar por un uso de la AI que sea beneficioso para las personas y la sociedad.
Eric Horvitz, jefe de los Laboratorios Globales de Investigación de Microsoft, entre otros cargos, es el presidente de ese grupo independiente del que forman parte también investigadores de Amazon, Facebook, Google, Deep Mind, Apple y otras compañías tecnológicas, además de representantes de organizaciones defensoras de los derechos civiles y especialistas de distintos campos.
En unas declaraciones a un grupo de periodistas en la sede central de Microsoft en Redmond, cerca de Seattle, noroeste de Estados Unidos, Horvitz indicó que en la reunión que tendrá lugar en Berlín se abrirá un espacio de diálogo sobre las implicaciones éticas, sociales, económicas y legales de la AI.
“Nuestro objetivo -dice- es desarrollar y compartir buenas prácticas, avanzar para lograr el entendimiento público (de la AI) e identificar potenciales beneficios para el bien común”.
Horvitz se declara más “entusiasmado” por el potencial de la AI para mejorar la sociedad que “preocupado” por los daños que podría producir un mal uso, pero no elude preguntas sobre las profecías propias de la ciencia ficción acerca de un mundo dominado por las máquinas o máquinas rebeldes que actúan contra los humanos.
Su mayor preocupación es de corto plazo y se fundamenta en la posibilidad de que la optimización de los datos -el combustible de la AI, que sin ellos no sería nada- lleve el marketing y la propaganda a niveles de “manipulación personal” nunca antes vistos.
Según una definición de los años cincuenta, la inteligencia artificial consistía en que las máquinas iban a responder a los problemas por entonces “reservados a los humanos”.
Eso es ya una realidad y Microsoft cuenta con ejemplos concretos para demostrarlo, aunque sus ejecutivos insisten en que el camino todavía por recorrer es muy largo.
Los avances de la empresa fundada en 1975 por Bill Gates y Paul Allen y desde 2014 comandada por Satya Nadella en los campos del reconocimiento de voz y facial, la precisión visual, la traducción de idiomas en tiempo real y los hologramas han ampliado las fronteras de la AI.
Cortana, la asistente personal digital lanzada por Microsoft en 2014, cuenta con 145 millones de usuarios y ya ha recibido 18.000 millones de tareas: desde encargar una pizza hasta contar un chiste, pasando por reorganizar la agenda y recordar compromisos.
Kate Kelly, desarrolladora “senior” de contenido de Microsoft y también una madre en constante pelea contra el tiempo, cuenta a los periodistas que prácticamente no puede vivir sin Cortana, que está disponible en 13 países, entre ellos España, México y Brasil.
Cerca de Kelly se encuentra Mary Bellard, arquitecta senior de accesibilidad, quien explica cómo funciona la aplicación gratuita Seeing AI de Microsoft, diseñada para personas con problemas de visión y por ahora solo disponible en el sistema operativo iOS (Apple).
Con esta aplicación los teléfonos móviles pueden leer el menú de un restaurante, decirle al usuario cómo es la persona que se acerca y de qué ánimo está o qué contiene una lata y cuál es el número de una puerta.
“La AI es una gran cosa. Aplicaciones que aprenden del usuario, ahí es hacia donde va el futuro”, subraya el brasileño Rico Malvar, jefe científico e ingeniero distinguido de Microsoft Research.
Microsoft defiende la necesidad de democratizar la AI y el principio de que la inteligencia artificial no debe reemplazar a la humana, sino ambas trabajar juntas.
La idea que está siempre detrás de los avances en inteligencia oficial es cómo adaptamos la máquina a las interacciones del humano, no que este se adapte a la máquina, subraya Dave Forstrom, director de comunicación para AI e Investigación.
Cuando Efe le pregunta a Horvitz, si esa colaboración cambiará el intelecto humano responde: “sin duda”.
Fuente: EFE