El fin de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah) fue marcado simbólicamente por el arriado de la bandera de la ONU en la principal base militar de la organización, en presencia de autoridades nacionales y diplomáticos extranjeros.
“Todavía queda mucho por hacer para que Haití logre la estabilidad y el desarrollo sostenible al que todos aspiran”, señaló Sandra Honoré, quien dirigió la Minustah en los últimos cuatro años.
La misión fue desplegada en 2004 después de la salida del presidente Jean-Bertrand Aristide para ayudar a detener la violencia, especialmente en la capital, Puerto Príncipe. Pero nunca logró ganarse la confianza de los haitianos.
Por el contrario, siempre fue percibida como un ejército de ocupación por parte de los numerosos partidarios del expresidente.
La ira contra estas fuerzas internacionales se exacerbó por las revelaciones de los crímenes sexuales perpetrados en el país por su personal.
La reputación de la misión se deterioró aún más después de octubre de 2010, cuando una epidemia de cólera fue introducida al país por los cascos azules de Nepal, causando la muerte de más de 10.000 haitianos.
Siete años después del inicio de la epidemia, los programas de lucha contra el cólera todavía están subfinanciados: hasta ahora solo se ha reunido el 20% de los fondos necesarios para el año 2018, dijo Unicef a la AFP.
A pesar de esto, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, sólo mencionó la epidemia en un breve discurso. “Que la cooperación internacional en esta nueva era continúe acompañando a la República de Haití directamente a través de sus instituciones, para eliminar el cólera y lograr para 2030 los objetivos del desarrollo sostenible”, dijo.
Durante 13 años, el objetivo de la Minustah fue ayudar a Haití a recuperar la estabilidad sociopolítica y entrenar a la policía nacional. Sin embargo, la ceremonia de clausura de esta misión se realizó unas horas después de una nueva y agitada manifestación en la capital.