Afganistán no dispone de acceso al mar, pero eso no es óbice para que decenas de jóvenes se entrenen sobre campos de arena improvisados con la esperanza de representar a su país en competiciones de fútbol playa.
En el estadio Ghazi, donde el régimen talibán cometía en el pasado ejecuciones en masa, varias decenas de jóvenes, la mayoría de los cuales no ha visto nunca el mar, realizan regates con entusiasmo mientras lucen con orgullo camisetas del Real Madrid o del Barcelona.
“No sabía nada de fútbol playa antes de unirme al programa. Nunca antes estuve en una playa”, explica Mudasir Yousufzaï, de 14 años, para el que el fútbol playa es su nueva pasión. “Tenemos muchos problemas: debemos jugar (descalzos) sobre piedras y polvo, las porterías no tienen redes, pero como adoro esto me encanta jugar a pesar de todo”.
Al igual que él, decenas de jóvenes afganos participan en el programa iniciado hace seis meses para formar nuevos talentos en pleno crecimiento.
El promotor de la iniciativa es Hazratgul Baran, que juega en el equipo afgano de fútbol playa, que presenta un nivel aceptable habida cuenta de que se trata de un país sin acceso al mar y con infraestructuras deportivas deficitarias, además de estar inmerso en un clima de violencia endémica. A pesar de ello son décimos en Asia y 52º en el mundo.
“Cuando inicié el programa la gente se preguntaba qué estaba haciendo. Decían: ‘¿Cómo puedes enseñar a jugar a fútbol playa si no tienen la menor idea de lo que una playa?'”, recuerda este afgano de 28 años.
Pero la disciplina no carece de aficionados en Afganistán. El fútbol es muy popular en Afganistán, y el fútbol playa comenzó su andadura a nivel internacional en un partido ante Catar en 2013 ganado contra todo pronóstico.
“Nos inspiramos en Suiza, un país de interior que tiene un buen nivel internacional”, explica el director del comité de fútbol playa afgano, Ruhullah Rastagar.
“Lo hacemos mejor que varios países dotados de playas de verdad. Superamos a equipos fuertes como Malasia y China”, subraya.
A falta de playa, estadio
La devoción por el fútbol de los jóvenes del país quedó patente el año pasado cuando un joven aficionado de Leo Messi, Murtaza Ahmadi, imitó la camiseta de su ídolo con la selección argentina, dibujando franjas azules y blancas en una bolsa de plástico, una imagen que dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales.
Convertido en estrella mediática, el niño, originario de una provincia pobre e inhóspita, logró incluso encontrarse con su ídolo.
En el estadio Ghazi, más de 200 chicos procedentes en su mayoría de medios muy desfavorecidos entrenan tres horas a la semana.
“Casi todos nuestros jugadores son jóvenes de la calle que no tienen ninguna otra oportunidad de demostrar su talento”, explica Baran.
“Voy a zonas muy alejadas de Kabul para buscar talentos. Si uno sabe jugar en la calle, uno sabe jugar en la arena”, estima.
Hazratgul Baran participó en la victoria ante Catar. Después fichó por un club brasileño de fútbol playa, pero pronto regresó a su país para formar a las futuras estrellas.
“Por desgracia nadie nos apoya económicamente. Pero espero contar con la ayuda para poder continuar con este programa único”, expresa.
A falta de la arena de playa o incluso del desierto, utilizadas para la práctica del fútbol playa, los jóvenes afganos utilizan arena de construcción, más pesada e irregular.
Pero la sonrisa de los jóvenes jugadores es ya un triunfo ante el siniestro pasado del estadio que les acoge y la violencia que sacude al país.
Fuente: AFP