Guatemaltecos detrás de pantallas de televisión, de celulares o detrás de un radio no se imaginan cómo es vivir en sangre propia el caos en la “zona cero” después de la erupción del Volcán de Fuego, y es por eso que Jose Puertas, paramédico y rescatista de la emergencia, contó su dura experiencia a Emisoras Unidas.
“No saben el miedo ni la adrenalina que se siente el estar tan cerca de un lugar lleno de material volcánico. En cuestión de segundos cualquiera de los rescatistas puede morir. Todos tenemos familia en casa que nos espera”, comentó Puertas.
Esta es la primera vez que el paramédico participa en una tragedia de tal magnitud y ofrece su ayuda a los afectados directamente en el área de impacto. “Nunca pensé en ir a rescatar gente a una comunidad quemada por lava. No es algo que sea vea con frecuencia en las noticias”, añadió.
Las experiencias vividas en una “clínica médica”
Puertas y sus compañeros se instalaron en una ambulancia que tenían como clínica móvil para estabilizar a los pacientes que salían con quemaduras de primero, segundo, tercero y hasta cuatro grados, con el fin de trasladarlos posteriormente al Hospital Nacional de Escuintla.
Una de las mayores cosas que le afectó al hombre que ayudó en las labores de rescate, fue, según su relato, enterarse de que una de las pacientes en estado crítico que llegó a atender en la clínica móvil falleció en el traslado del Hospital Nacional de Escuintla hacia el Hospital San Juan de Dios. “Eso me derrumbó. Me dejó una espina de que pude haber hecho algo más por ella cuando la tuve en mis brazos”, dijo.
Uno de los momentos más duros para Puertas
También, algo muy fuerte que vio Puertas, fue cuando cuerpos de socorro sacaron de la ceniza volcánica a una familia de cuatro personas y en el camino hacia los paramédicos, falleció un niño de 11 años. Su cuerpo no resistió las quemaduras ni los gases tóxicos inhalados.
Estas, como muchas otras experiencias, fortalecen y enseñan día a día algo nuevo a estos héroes sin capa.